Toda dieta vegetariana bien planificada y suplementada con vitamina B12 en cantidades óptimas puede satisfacer las necesidades de un niño, adolescente o adulto, sea ovo-lacto-vegetariana (basada en alimentos de origen vegetal, pero con consumo de huevos y/o lácteos y/o miel) o vegetariana estricta (sin incluir ningún alimento de origen animal, también conocida como vegana).
Por ello se recomienda la revisión de la alimentación con el equipo de dietética y nutrición y un buen estado nutricional confirmado por el médico. Alimentaciones extremadamente restrictivas como la frugívora (vegetariana estricta a base de fruta, y a veces frutos secos), la crudívora (vegetariana estricta sin cocer los alimentos a más de 42-47ºC) o la macrobiótica (sin definición concreta, pudiendo ser más o menos restrictiva) pueden suponer un deterioro en el crecimiento del niño y adolescente y es por eso que no están recomendadas.
En CPEN estamos especializados en la elaboración de un plan dietético personalizado que cubra todas las necesidades y realizamos educación alimentaria para conocer las fuentes de nutrientes, así como valoramos de forma periódica la necesidad de suplementación extra.
También potenciamos iniciativas colectivas como el «meatless monday» (lunes sin carne) para procurar concienciar a la población del gran consumo de carne que se suele hacer.
Abordaje de dietas vegetarianas en pediatría
Carta al director. Mònica Peitx, Sònia March, Marta Calbo
Últimamente hemos detectado un aumento de consultas relacionadas con dietas alternativas y concretamente vegetarianas. Por un lado familias que siguen este tipo de alimentación y quieren información para evitar posibles déficits que perjudiquen a sus hijos en edad de crecimiento, y por otra parte jóvenes que por decisión propia quieren obviar el consumo de alimentos de origen animal.
La sociedad del s. XXI está informada correcta o incorrectamente, toma decisiones y busca respuestas. Estos pacientes no siempre son recibidos con el mismo criterio profesional, sea por desacuerdo con este patrón alimentario, por desconocimiento o falta de actualización científica. Si el profesional no puede, no quiere o no sabe responder acudirán a la pseudociencia. Pseudo-profesionales que, ya sea en las redes sociales o con publicaciones poco contrastadas o con ánimo de lucro, pueden poner en riesgo la salud del paciente. Especialmente importante en pediatría, debido a las necesidades de un cuerpo en crecimiento.
Las dietas vegetarianas en edades pediátricas, sean ovolactovegetariana o vegetarianas estrictas, son nutricionalmente completas si se planifican correctamente. Pero como la mayoría de pautas alimenticias tienen sus pros y contras. Se ha visto que contribuyen a disminuir el riesgo de padecer enfermedades crónicas propias del adulto (como la obesidad, la hipertensión arterial, diabetes o dislipemia), y suelen ir acompañadas de hábitos saludables así como un consumo elevado de frutas y verduras y un bajo consumo de grasas saturadas. Pero se pueden producir carencias si no se supervisan ya que este mismo alto consumo de fibra puede dificultar la absorción de nutrientes y el bajo consumo de grasa puede comprometer el aporte de oligoelementos y vitaminas. Finalmente suelen relacionarse con un peso y talla por debajo de la población infantil general.
Con el objetivo de dar un consejo profesional uniforme, nuestro equipo ha creado un protocolo de alimentación vegetariana en pediatría. Desaconsejamos dietas como la macrobiótica, frugívora, crudívora o higienista, por falta de especificación del patrón alimentario o porque podrían comprometer el desarrollo idóneo del niño
La primera visita la hace el pediatra donde se realizan una historia clínica completa y los controles antropométrico y bioquímico propios para la edad. Consideramos importante reflejar la historia las motivaciones de la dieta vegetariana (religiosos, animalistas, etc.) y en adolescentes descartar posibles trastornos de conducta alimentaria, ya que es frecuente que se utilice como excusa hacer una alimentación excluyente.
Aunque no es obligatorio, es recomendable realizar una analítica basal al inicio del seguimiento, sobre todo en función de la duración de exclusión de alimentos sin supervisión de un profesional. Si se realiza, se incluye hemograma y niveles de proteína, magnesio, vitamina D y vitamina B12.
Desde el inicio y en todos los casos es necesario suplementar la vitamina B12 (de origen microbiano), la dosificación variará según la edad. Lo que también se considerará son unos requerimientos proteicos un 25-40% más elevados al tener en cuenta la digestibilidad y para garantizar el aporte suficiente de lisina.
El pediatra no debe suplementar ningún otro nutriente desde el primer momento, sólo en el caso de déficit instaurado, y lo haría siguiendo las mismas pautas para población pediátrica, ya que los requerimientos de micronutrientes no se encuentran aumentados en este grupo de población.
La segunda visita es con dietética y nutrición y acuden con un registro alimentario semanal que permite estudiar de forma cualitativa la dieta sin modificaciones: el consumo suficiente o deficitario de grupos de alimentos, cantidad de alimentación superflua y el nivel de educación nutricional . Se entrega una hoja de recomendaciones dietéticas generales que se ha elaborado con el objetivo de poder ir introduciendo cambios en casa mientras se elabora la pauta alimentaria personalizada, para valorar que sea suficiente a nivel energético y nutricional.
En caso de que se tengan que suplementar otros nutrientes (por déficits objetivados a nivel analítico o porque no se puede garantizar su aporte con la dieta), hay que elegir los de origen vegetal, en especial los ácidos grasos ω-3 a base de microalgas y la vitamina D a base de líquenes irradiados. Primeramente, sin embargo, se trabajan las estrategias nutricionales para garantizar el aporte de estos nutrientes a través la dieta (frutos secos, semillas y sus aceites, o alimentos fortificados, respectivamente). Tener una guía de consulta de suplementos (de calcio, hierro o zinc en función del déficit), módulos proteicos vegetales (a base de soja, guisante o cáñamo) y dosificaciones a mano de todo el equipo es una buena opción.
Se aconseja el mantenimiento de visitas anuales tanto con pediatría como con dietética y nutrición, para asegurar un correcto crecimiento y garantizar el cubrimiento de las necesidades en las diferentes edades y situaciones (prácticas deportivas, brote puberal, enfermedades añadidas …).
Finalmente, recordar que el mensaje que se da por parte de prácticamente todas las sociedades científicas en relación la alimentación saludable es establecer una pauta basada en alimentos de origen vegetal, con un alto consumo de frutas, verduras y legumbres. La alimentación vegetariana, en todas las variantes apoyadas, es de las que más se aproxima a estas recomendaciones. Si esta dieta es la opción elegida por parte de la familia o el paciente creemos que tenemos el deber de poder aconsejar científicamente para que sea equilibrada, variada, suficiente y satisfactoria.