No hace falta decir que el divorcio es una situación difícil para todos pero aquí tiene algunos consejos para que lo sea lo menos posible de cara a nuestros hijos.
En el proceso de separación de una pareja diferenciaremos una serie de fases:
Preliminares: Fase llena de tensión y conflicto que en muchas ocasiones se involucran los hijos. Muchas de las discusiones de las parejas giran en torno a los niños, por lo tanto también será así en las parejas que deciden separarse. Los hijos pueden sentirse culpables pensando que son la causa de la ruptura.
Separación: Cuando uno de los dos esposos marcha del hogar. Suelen aparecer ruptura de rutinas, cambios económicos y es cuando se inician las negociaciones sobre los plazos del divorcio. Aquí es donde más afectados pueden estar los hijos debido a la desorganización que suele aparecer en esta etapa junto con el difícil momento emocional que suelen sufrir los padres. Es importante acortar al máximo esta fase y pactar y organizar lo más rápido posible.
Ajuste: Comienza a disminuir el desorden de las fases iniciales.
Se establecen nuevas rutinas y la situación se va aceptando por parte de todos.
Nuevas parejas: Al principio esto puede precipitar fuertes reacciones emocionales tanto por parte de los padres como por parte de los hijos. Hay que pensar que el hecho de reorganizar la vida con una nueva pareja es bueno para todos y es necesario que el niño sepa que él formará parte de este nuevo proyecto.
Respuesta de los hijos al divorcio
Es muy variable según la edad de estos, la personalidad previa y sobre todo de la manera que los padres llevan el proceso.
El hecho de que uno de los padres se vaya de casa produce una reacción similar a un duelo: añoranza, busca de la figura perdida, desorganización, desesperación y reorganización, con el agravante de que es una pérdida voluntaria.
Hay que respetar el tiempo de luto y apoyarlo todo lo necesario aunque son momentos emocionalmente difíciles por los propios padres.
Es muy importante no poner los hijos en medio de los conflictos conyugales ni utilizarlos ya que esto los hará sentir peor y alargará el proceso de duelo.
Respuesta de los hijos según la edad
- Lactante: Dormir mal, aumento de la irritabilidad, disminución del apetito, disminución de la actividad.
- Preescolares: Pueden ir atrás en los hábitos adquiridos, andar peor, escapar el pipí cuando ya lo controlaba, aumento de la irritabilidad, más dependencia de la madre, más agresividad.
- Escolares: Pueden estar asustados o confundidos. A esta edad tienden a autoinculparse de la ruptura. Hacia los 7-8años parece que es la edad en que más se pueden ver afectados. Suelen expresar grandes deseos de reconciliación.
- Preadolescente: Suelen presentar molestias de tipo físico en forma de dolor de cabeza o de estómago que nos reflejan su preocupación. Pueden empeorar las relaciones con los compañeros y el rendimiento escolar. Pueden presentar sexualidad precoz.
- Adolescentes: Suelen inculpar intensamente uno de los dos cónyuges y muchos adoptan una actitud de separarse al máximo de la familia y de indiferencia general ante todo. La mayor parte de los niños sobrevive al divorcio sin secuelas psíquicas importantes. Situaciones que deben evitarse ya que irían en contra de la buena evolución:
- Continuos conflictos entre los padres.
- Depresión o trastorno psiquiátrico de uno de los cónyuges.
- Inestabilidad familiar continuada (no resolución del divorcio)
- Protección excesiva.
ALTRES SITUACIONS A TENIR EN COMPTE
Familias monoparentales
Aunque haya ayuda por parte de los abuelos u otros familiares es necesario que la autoridad sea llevada por parte del progenitor, sino lo único que conseguimos es que nadie mande de verdad.
Las visitas inesperadas e irregulares del otro progenitor no son beneficiosas para ser desorganizadas. Hay que intentar mantener una periodicidad y que se pueda prever por parte de todos.
No hay que dar más responsabilidades de las que tocan por la edad, ni sustituir la figura del cónyuge que se ha ido.
Hay que evitar que el hijo duerma en la cama con el progenitor ya desde el principio, ya que pueden ser costumbres difíciles de erradicar.
Hijo de dos familias
Es necesario que exista la mejor comunicación posible por parte de las dos familias. Cualquier rivalidad va en contra de los hijos.
Hay que ponerse de acuerdo en los horarios y las rutinas básicas para que no se entre en un juego de manipulación por parte de los hijos. El padre que tiene la custodia tiene que evitar involucrar al hijo con problemas emocionales o económicos del mundo del adulto.
El padre que no tiene la custodia es necesario que haga un sitio en su nuevo hogar para que el hijo sienta que tiene un nuevo hogar y que se mantengan las rutinas y los horarios acordados.
Es bueno que tanto el padre como la madre esperen antes de presentar nuevas parejas, y este hecho sea previsto y anunciado con suficiente antelación. El tiempo de visita es bueno que no sea compartido con otros adultos, salvo ocasiones especiales como pueden ser cumpleaños u otras fiestas familiares.